El papa Francisco dijo hoy que sólo la negociación logrará una paz estable y duradera entre israelíes y palestinos, al tiempo que garantizará la coexistencia entre dos estados.
Al hacer las conclusiones del diálogo sobre la paz en el Medio Oriente entre líderes de iglesias y comunidades cristianas de esa región, el sumo pontífice recordó que para alcanzar su objetivo, esa solución negociada debe ser “firmemente deseada y favorecida por la comunidad de naciones”.
Francisco abordó la situación de Jerusalén “ciudad única y sagrada para los cristianos, hebreos y musulmanes de todo el mundo, cuya identidad y vocación debe ser preservada más allá de las diferentes disputas y tensiones”, según lo acordado por la comunidad internacional y demandado por los cristianos de Tierra Santa.
El Papa destacó los resultados del coloquio como un acto estimulante en el cual “dialogamos fraternalmente” como señal de que el encuentro y la unidad deben ser procurados siempre, sin temor a la diversidad, “como también la paz se cultiva incluso en los terrenos áridos de la contraposición”.
Nosotros -apuntó- nos comprometemos a caminar, orar, trabajar e implorar para que el arte del encuentro prevalezca sobre las estrategias del enfrentamiento.
En tal sentido, insistió en la necesidad de que ante la ostentación de amenazantes signos de poder surja el poder de los signos esperanzadores de hombres de buena voluntad y diversos credos, sin temor a conversar, acoger las razones de los demás y ocuparse unos de otros.
“Sólo así, cuidando que a ninguno le falte el pan y el trabajo, la dignidad y la esperanza, el grito de guerra será silenciado por cantos de paz”, expresó Bergoglio.
La reflexión a puertas cerradas fue el momento culminante de la jornada de “reflexión y oración” realizada en la ciudad de Bari, capital de la región de Apulia, bajo el lema de “¡Sobre ti la paz! Cristianos juntos por el Medio Oriente”, iniciativa propuesta por diferentes patriarcas al sumo pontífice.
A su arribo a Bari, poco después de las 08:00, hora local, Francisco se reunió con los otros líderes cristianos en la Basílica de San Nicolás, junto a quienes descendió a la cripta para venerar las reliquias del santo y a continuación presidió el encuentro público de oración.
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