"Tenemos muchos amigos en EE.UU", dice Tony Guerrero
Desde la Prisión Federal de Marianna, Florida, el ingeniero Antonio Guerrero respondió a las preguntas de Página/12. Hoy se cumplen dieciséis años de su detención en Estados Unidos. Es uno de “los cinco héroes”, como se considera en Cuba a los agentes de inteligencia que se habían infiltrado en el exilio anticastrista de EE.UU. para frenar una ola de atentados terroristas en la isla, allá por 1998. La Justicia de ese país lo condenó a 22 años de cárcel por espionaje. El, Ramón Labañino y Gerardo Hernández continúan presos. Sus compañeros René y Fernando González fueron liberados después de cumplir también largas penas.
–¿Qué significa para usted la palabra libertad cuando acaba de cumplir 16 años de prisión en EE.UU.?
–Hay una libertad que nadie puede quitarte, es la libertad cuando uno se siente haciendo un bien, es la libertad de cuando se es útil a una causa justa, es esa libertad que se siente cuando se tiene amor de tanta gente hermosa y valiente, es la simple libertad del hombre inocente al que han condenado injustamente a una larga prisión, incluso, a morir en una prisión.
–¿Cuánto lo ayudaron a tolerar el prolongado encierro sus convicciones políticas, su formación dentro de la Revolución Cubana?
–Más que de convicciones políticas se trata de nobles principios en los que nos educó la Revolución y que aprendimos de nuestro pueblo y su historia. Hablo de los principios martianos por los que nos guiamos y llegamos un día a comprender todo lo que encierra ese pensamiento del apóstol de nuestra independencia: “Patria es humanidad”. La Revolución nos dio la oportunidad de estudiar en excelentes escuelas con grandes maestros, a mí me dio la oportunidad de graduarme de una carrera universitaria en las lejanas tierras de la actual Ucrania, y con un ingreso muy modesto; sin la presencia de mi padre fallecido muy joven, mi familia nunca tuvo que preocuparse de si podían o no pagar mis estudios. Todos los estudios eran gratuitos. Y ese gran logro de la Revolución de la enseñanza gratuita se mantiene en Cuba.
–¿Sus creaciones como los poemas o las acuarelas pueden considerarse una parte de su lucha o son tan sólo expresiones artísticas que contribuyeron a paliar en algo su detención?
–Mis creaciones poéticas y plásticas no sé a veces explicar cómo surgieron. Creo que son el resultado de mi formación, tanto en el hogar como en las escuelas. En cada etapa esas creaciones han sido un arma para la resistencia, pero por sobre todo son una muestra de la esencia humana de los Cinco.
–La prensa de Miami fue determinante para influir sobre el jurado que los condenó, según se denunció judicialmente, y la de EE.UU. en general casi no trató sus casos. ¿Cree que los medios pueden modificar esa postura?
–Voy a responder con una vivencia. Cuando comenzó nuestro juicio, aquel 27 de noviembre de 2001, en la Sala de la Corte había reporteros de muchos medios de prensa, no sólo de los medios de Miami. Los grandes periódicos fueron muy cautelosos al comentar el inicio de nuestro proceso judicial. Un buen día desaparecieron todos de la sala, ¿dejando sólo a quiénes? Pues a aquellos reporteros que eran pagados por el gobierno para crear una campaña contra Cuba y contra nosotros. ¿Quién dio la orden de retirada? No sé. ¿Quién puede dar la orden para modificar eso? Tampoco lo sé. Pero hay preguntas que, aunque no se sabe la respuesta exacta, uno deduce de una manera u otra. Es increíble que el juicio más largo de la historia de una corte de la Florida, y creo que hasta de todo el país, con una cantidad significativa de testigos, algunos que ocuparon y ocupan altos cargos militares y de gobierno, con toda la repercusión en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, se haya silenciado de la manera en que se ha hecho.
–Entre los 16 años en prisión y otros ocho que llevaba en EE.UU. antes de ser detenido suma casi 24 fuera de Cuba, ¿cómo imagina hoy a su país?
–Por varias vías recibimos constantemente noticias de Cuba. Las leemos con mucho interés. Miro las fotos en cada publicación con mucho amor. Interrogamos a nuestros familiares hasta los mínimos detalles sobre cada cosa del barrio, del pueblo, de la vida diaria. Sabemos que no es lo mismo que estar allí, donde se palpa el calor del pueblo y nuestros cotidianos avatares. Pero la verdad es que a Cuba siempre la imagino hermosa, digna, sonriente, habladora, jaranera, hospitalaria, tal y como es nuestro pueblo.
–Alguna vez dijo que mirar a sus dos campeones, sus hijos Antonio y Gabriel, equivalía a hacer desaparecer todos los muros de la prisión. ¿Cómo y cuándo se imagina el día de su liberación?
–El día de mi liberación, como dice mi adorada madre, será “mucho para un solo corazón”. Pero tenemos el corazón preparado para ese día. Sabemos que llegará para los tres que quedamos del lado de acá. Y lo imagino como otro punto de partida para otras tareitas, rodeado del amor de mis campeones y de muchos otros amores, a quienes deseamos darles un fuerte abrazo.
–¿Qué sensación le deja el gran movimiento de solidaridad internacional que recibió y sigue recibiendo la causa de los Cinco?
–La primera sensación que siento cuando pienso en la inmensa solidaridad, creciente e indetenible que nos rodea, es el amor que tienen tantas personas a Cuba y a nuestro pueblo. Muchas personas, que incluso nunca han estado vinculadas con el proceso revolucionario cubano. Cuando han conocido de nuestra situación nos escriben, nos muestran su apoyo, asisten a una actividad, preguntan, buscan más información. Saber que todos ellos de una u otra manera reclaman nuestra libertad nos hace sentir muy optimistas y fuertes.
–¿Cómo analiza ciertas demostraciones de respaldo que tienen dentro de EE.UU. como, por ejemplo, las de los maestros de Seattle que apoyan la exposición de sus cuadros o de varios intelectuales?
–Tenemos muchos amigos dentro de los Estados Unidos. En mi caso, tengo amigos de donde vivía, la pequeña ciudad de Key West, una islita situada lo más al sur del territorio estadounidense. Esos amigos desde mi arresto me escribieron cartas y aún me escriben. Nunca se han olvidado de mí ni yo de ellos. En verdad fueron mi mayor apoyo en los momentos más difíciles y fueron un apoyo para los Cinco, porque todos nos poníamos contentos con cada carta que me llegaba.
Fuentes: Página 12
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