.José Martí la calificó como el alma de la nación cubana
Muchos somos los que consideramos a nuestro Héroe Nacional el alma de la nación cubana; sin embargo el propio Martí otorgó ese calificativo a una mujer… Así lo definió en su artículo “El alma cubana”, publicado en Patria el 30 de abril de 1892:
“¿Quiere saberse cuál es el alma cubana? Hay allá, en un rincón de la Florida […] una anciana de buena casa y de lo más puro de Las Villas, que perdió con la guerra su gente y su hogar. […] Por la mañanita con los primeros artesanos sale a las calles, arrebujada en su mantón, la anciana Carolina, camino de su taller, y sube la escalinata, y se sienta, hasta que oscurece a la mesa de su trabajo”.*
¿A quién se refería el Apóstol con esas palabras? ¿A qué mujer otorgó tan alto calificativo? ¿A qué mujer convirtió en símbolo de la nación cubana? Pues se refería a Carolina María Rodríguez Suárez, destacada luchadora por la independencia de Cuba durante sus tres guerras contra el colonialismo español, quien también fue conocida como la Patriota.
Nació Carolina en Santa Clara, el 15 de marzo de 1827, en una calle detrás del Parque del Carmen; fueron sus padres Félix Valois y Ana Francisca.
Carolina se incorporó a la lucha libertaria desde su inicio. Durante la Guerra Grande fue agente de la Inteligencia mambisa y, como tal, prestó valiosos servicios a las fuerzas al mando del general Carlos Roloff. Desde el club llamado Cubanacán, la patriota se encargaba de la peligrosa labor de informar acerca del movimiento de las columnas hispanas y el traslado de los jefes españoles. También recolectaba armas, municiones y medicamentos para enviar a la manigua insurrecta.
Durante la Guerra Chiquita, apoyó a los mambises y también enviaba informes a Roloff, por lo que fue delatada y deportada a Isla de Pinos —hoy, Isla de la Juventud— el 22 de noviembre de 1879. En la entonces conocida como Isla de los deportados, organizó un intento de levantamiento contra la metrópoli, a causa del cual iba a ser trasladada a España; pero logró escapar y se refugió en La Florida y, en Tampa y Cayo Hueso, trabajó como despalilladora en las fábricas de tabaco. Una vez más, se destacó por las convicciones patrias que le habían ganado el calificativo de la Patriota.
Cuando conoció a Martí, ya Carolina tenía su historia y su leyenda. Se sumó con fervor a los preparativos para crear lo que sería el Partido Revolucionario Cubano. Entre ambos surgió un profundo cariño; Martí sentía una gran admiración por esta anciana, que —a pesar de su edad y los sufrimientos por los que había atravesado— seguía adelante en su labores por conquistar la libertad patria y, para ello, participaba con entusiasmo en las actividades patrióticas y contribuía donando dos tercios de su escaso salario para la preparación de la guerra o para otros cubanos que en el exilio sufrían necesidades. Así lo refiere Martí: “Y cuando cobra la semana infeliz, porque poca labor pueden ya hacer manos de setenta años, pone en un sobre unos pesos para un cubano que está enfermo en Ceuta, y otros en otro sobre, para el cubano a quien tienen en la cárcel de Cuba sin razón, y en el sobre que le queda pone dos pesos más, y se los manda al Club Cubanacán, porque le parece cubano muy bueno el presidente de ese club, y porque ese, Cubanacán, es el nombre que llevó ella cuando la guerra”.*
Carolina participó junto a Martí, Carlos Roloff, Serafín Sánchez y José Dolores Poyo, en el recorrido realizado por Ocala, donde se había radicado una buena cantidad de familias cubanas y se habían establecido nuevas fábricas de cigarros. Luego de su arribo a la localidad, se trasladaron de inmediato hacia los talleres, donde Martí habló a los obreros, cubanos y norteamericanos, en español y en inglés. También creó Carolina en Cayo Hueso el Club patriótico Díaz Marcano, en el que realizó una meritoria labor hasta que terminó la guerra.
De su estrecha relación con Martí, se conservan varias cartas enviadas por el Maestro a la anciana, como esta que, aunque no está fechada, debe corresponder a 1891: “Carolina querida: // Ese es saludo, el de sus letras. He venido hablando de Ud, y le traigo esta carta, y con ella muchos cariños y entusiasmos de veras de Tampa. Los reacios van hoy a la cabeza. De mí no se ocupe; yo vivo hasta que haya dejado la carga en Cuba. Ni tema: vivo del aire, y de la bondad del pueblo cubano, y de que tenga almas como las de Ud. Y estoy en casa muy amiga, aunque al pie de las visitas útiles, y de mi enfermedad, que no se remediará hasta que la salude, que será en cuanto salga. La abraza, y á toda esa casa noble en que vive, su José Martí”.1
Desaparecido el dominio colonial español, regresó a su ciudad natal enferma y con la pérdida casi total de la visión. Estaba en la miseria más absoluta, pues había perdido su casa y todos sus medios de vida. Olvidada por todos, pudo encontrar una pequeña habitación en la calle que desde el 10 de junio de 1899 lleva su nombre, donde era ayudada por algunos vecinos compasivos. Falleció el 2 de junio de 1899.
Cuarenta años después, sus restos mortales fueron exhumados y expuestos en capilla ardiente la noche del 26 de enero de 1940. Al día siguiente, los santaclareños la acompañaron desde el Centro de Veteranos —sito en la calle Cuba no. 115 esquina Carretera Central— hasta el cementerio local y sus restos fueron depositados en el Panteón de Veteranos, donde reposan actualmente.
Hoy, en el lugar donde estuvo su casa, hay una tarja, que fue develada, por la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
Carolina es merecedora de esos sencillos honores y del amor y ferviente admiración, con que escribió Martí en su artículo de Patria: “Con ojos de centinela y entrañas de madre vigila la cubana de setenta años por la libertad; adivina a sus enemigos, sabe donde están todos los cubanos que sufren, sale a trabajar para ellos, en la mañanita fría, arrebujada en su manta de lana. ¡Esa es el alma de Cuba!” *
Los cubanos de hoy no podemos olvidar nuestras heroicas raíces. Sirva este texto de homenaje a Carolina María Rodríguez Suárez, la Patriota, y a todas las mujeres que, como ella, conforman el alma imperecedera de la nación.
Fuente: CUBAPERIODISTAS
* Las citas han sido tomadas de “El alma cubana”, Patria, 30 de abril de 1892, en José Martí: Obras completas, t. 5, colección digital, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, pp. 15-16.
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