Oficialmente la temporada ciclónica del 2015 se inicia el lunes primero de junio y se extenderá hasta el 30 de noviembre. Estas fechas delimitan convencionalmente el período de cada año en que la mayor parte de ciclones tropicales se forman en el océano Atlántico.
En realidad los ciclones tropicales pueden originarse en cualquier época del año, por ejemplo, Ana, la primera tormenta de este 2015 se formó un mes antes del inicio oficial de esta temporada, convirtiéndose en el primer ciclón tropical pretemporada desde el 2012. Ana se hizo presente a principios de mayo frente a la costa sureste de la península de La Florida, según informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos.
Según los resultados la anterior temporada (2014) se consideró poco activa por la cantidad de tormentas tropicales desarrolladas en la cuenca atlántica en general; sin embargo, si se toma en cuenta el número total de huracanes, pudiera clasificarse como una temporada normal.
Durante ese periodo se originaron nueve organismos tropicales, uno de los cuales no se desarrolló, ocho se convirtieron en tormentas tropicales y seis de ellas llegaron a ser huracanes. El 63 % de las tormentas tropicales tuvieron su origen relacionado con ondas tropicales, cifra que iguala al porcentaje medio de la cuenca atlántica.
Preocupados por estos cambios que se suceden en la atmósfera ya desde el pasado año expertos en seguridad, manejo de riesgos y predicción climática estacional de diversos países del área del Caribe coinciden en señalar que la actual temporada ciclónica podría ser un 20% menor al promedio entre 1950 – 2014 o un 30% menos que el promedio del 2015 al 2014.
A pesar de esas cifras otras entidades pronostican hasta un 45% por debajo del promedio (entre 1950-2014) o cerca del 50% por debajo del promedio de 2005-2014, estos serian los valores más bajos desde 1992-1994, indicando un posible fin de la fase activa de la actividad ciclónica del Atlántico que empezó en 1995.
Según los especialistas se espera que la combinación de aguas más frías que el promedio del Atlántico tropical y subtropical, así como el desarrollo de El Niño que se cree alcanzará su pico de intensidad moderada, favoreciera al menos a una de las temporadas menos activas desde mediados de los años noventa.
Estos pronósticos se basan en el acrecentamiento observado en la migración de los vientos de magnitud baja a través del Atlántico tropical durante los meses de julio a septiembre, sin embargo debe tenerse en cuenta que la presencia del fenómeno del Niño y la temperatura superficial del mar del Atlántico norte que siempre es impredecible podría alterar estas suposiciones.
De todas formas nuestro país, que tiene cultura “ciclónica”, sabe que no debe bajar la guardia y que en periodos como estos debe multiplicar la preparación contra riegos y vulnerabilidad. La devastación de los fenómenos meteorológicos que nos han afectado pudieron ser muchos más catastróficos de no haberse actuado a tiempo.
La organización y el alerta permanente de la Defensa Civil y con ello los organismos del Estado ha reducido los daños materiales y el numero de víctimas, por lo que Cuba es ejemplo en esa preparación ciudadana y las alertas tempranas que emite a través de diversas fases informativas, con independencia de periódicos ejercicios Meteoros a fin de comprobar el nivel de capacidad para enfrentar estos fenómenos meteorológicos con los que es forzado convivir.
Las perturbaciones tropicales pueden durar desde unas cuantas horas hasta un par de semanas o más. Por ello, puede haber más de un ciclón tropical al mismo tiempo y en una misma región. Los pronosticadores meteorológicos asignan a cada ciclón tropical un nombre de una lista predeterminada para identificarlo más fácilmente sin confundirlo con otros. Para este año los nombres seleccionados son Ana, Bill, Claudette, Danny, Erika, Fred, Grace, Henri, Ida, Joaquin, Kate, Larry, Mindy, Nicholas,Odette, Peter, Rose, Sdam, Tyeresa, Victor, Wanda.
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