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domingo, 26 de agosto de 2018

Las claves de la sonrisa en Yaracuy, Venezuela

San Felipe, Yaracuy, 25 ago.- Arévalo Policarpo Rodríguez cuenta que desde hace más de un año se atiende con los profesionales cubanos de la Salud en la clínica estomatológica 24 de Julio y que le va muy bien. “Cuando entro por esa puerta estoy seguro de que me van a resolver el problema. Siempre las cosas salen bien; por aquí han pasado mi esposa, mis hijos, toda una cadena familiar”, afirma.

“Son muy profesionales; no había visto personas tan amables y cariñosas. Hablo de todos, sin excepción”, acota cuando el reportero le hace varios giros a la pregunta. “Yo soy un hombre sincero, y le digo que no he oído a nadie comentar que un cubano lo ha tratado mal. Hay canales de televisión que dicen otra cosa, pero la gente de mi entorno ha sido tratada perfectamente”, agrega.



El periodista le pide su retrato a distancia de Cuba y Policarpo lo “pinta” al instante: “No he ido; no sé si escogen a los mejores para mandarlos acá, pero lo que vemos aquí de Cuba es pura crema”.

Venezolana como Arévalo, Yajaira Aguilar Martínez no es paciente sino trabajadora de la clínica, donde labora como higienista dental. “Soy portera, aseadora, policía…, lo que haga falta”, resume esta fundadora de la consulta que tiene su propio historial con los cubanos: “No estamos acostumbrados a trabajar con personal de otro país. Cuando llegaron, despertaron celos, pero eso pasó y ahora no queremos que se vayan”.

Ella, que desde hace 13 años colabora con nuestra misión, afirma que, así como sus compañeros son sus hermanos, Cuba y Venezuela hacen una misma familia. “Les agradecemos en Medicina, en deporte, en todo lo que hacen aquí. La prótesis que las clínicas privadas cobran a 60 millones, con los cubanos no cuesta nada”, concluye emocionada.

DOS PAÍSES EN UNA CLÍNICA
La especialista cubana en Estomatología general integral, Blanca Rosa Estrada Piña, dirige esta clínica de diez sillones, única del servicio público en Venezuela que brinda el servicio de prótesis dental. Su destino es atender a los colaboradores cubanos presentes en los 23 estados del país, pero nunca pierden de vista las demandas de pacientes venezolanos.

“Cuando un cubano necesita algún servicio de prótesis –explica Blanca Rosa–, la comisión médica de su estado coordina, vienen, los alojamos con nosotros y en unos tres días solucionamos su problema”.

En el primer semestre del año, 13 trabajadores venezolanos y 11 cubanos, liderados por los especialistas de la Isla, beneficiaron con prótesis –cuyos costosos materiales vienen de La Habana– a más de 900 pacientes de las dos naciones. A ello hay que añadir innumerables servicios en el amplio abanico de la atención primaria.

Aunque las tensiones materiales no cesan, los recursos se aprovechan cuidadosamente. Un ejemplo de ello está en las visitas a casas de abuelos, donde captan a pacientes que, de sillón a sillón, terminan con prótesis de calidad.

“Los cubanos somos como somos: humanos, afables, pero con alta conciencia. Trabajamos con una sonrisa, y a mí me toca cuidar parte de la sonrisa perdida. Esa sonrisa se cuida con la seriedad del colectivo, porque con ella defendemos el prestigio de un país”, comenta en su puesto Eduardo Echevarría Dube, uno de los dos licenciados en prótesis dental de la Misión Médica cubana en toda Venezuela.

“Es un honor estar aquí. La selección es fuerte, no viene todo el mundo. Tengo 33 años de trabajo y me llena de orgullo. En los 15 años de la Misión Médica no han pasado más de diez colegas por aquí”, agrega el licenciado pinareño.

Por lo que explica, dada la calidad del servicio en Cuba, los pacientes de nuestra colaboración solo requieren prótesis parciales pequeñas. La clínica atiende además a trabajadores sanitarios venezolanos que, gracias a la atención médica, tienen mejor salud bucal.

Eduardo comenta su premio: “Cuando le resuelves un problema a alguien, agradeces a Cuba por haberte formado, por enseñarte a hacer lo que haces. Nada satisface tanto como saber que hiciste algo bien”.

MISIÓN EN SILLONES

Domingo García González es un “dentista orquesta”. Hizo su primera misión en Miranda como estomatólogo general integral y ahora vence la segunda en Yaracuy, como protesista. Con 40 años de experiencia, este santiaguero de La Maya refiere que ya no hay nada que le sorprenda en el sillón. “¡He visto tanto…!”, afirma en un suspiro.

Sin embargo, cada persona satisfecha es noticia nueva: “Es muy agradable resolver problemas estéticos y funcionales, tanto a cubanos como a venezolanos. Cuando el trabajo queda bien y el paciente contento, uno se siente reconfortado”, declara en medio de su labor. “Aquí tenemos un espejo de belleza, y cuando ellos ven su problema resuelto, enseguida sacan la sonrisa. ¿Hay algo mejor que eso?”.

Por iguales divisas trabaja la manzanillera Rosario Trinchet Aguilar, estomatóloga general integral que cumple aquí su tercera misión internacionalista. Por dos veces ha llegado a Cuba y manifestado su disposición a continuar. “Sé que aporto a dos países a la vez y eso me llena de orgullo”, señala cuando su última paciente deja el sillón.

“Mi familia está tan orgullosa como yo. Me enseñaron a trabajar; es lo único que he hecho en 29 años de experiencia profesional. ¿Mi espíritu? ¡Intacto! Son tres misiones, pero mientras tenga fuerzas y me necesiten voy a seguir”, sostiene.

LA SONRISA Y EL FUTURO

La doctora Olga Reina Pacheco, asesora de Estomatología en Yaracuy, le dio a la joven supervisora venezolana Nesmary Torres una muy buena noticia delante del reportero: como parte de las políticas del Gobierno Bolivariano, se están haciendo inscripciones para la carrera de Odontología General Integral, bajo asesoría de especialistas de la Isla. Ella pudiera reunir los requisitos.

En medio de su emoción, Nesmary comenta el día a día: “Todo bien, sin quejas. Los doctores son excelentes y el material es muy bueno. Lo mejor es que la clínica no es privada, atiende a todos y les hace prótesis a los más necesitados. El paciente ve que tratan de colaborar con él”.

“¿Qué tal la idea de hacerse estomatóloga?”, pregunta este reportero cubano. “Yo estaba estudiando Enfermería –responde la muchacha– y no pude continuar; hice el curso de higienista dental y entré aquí, donde enseguida me interesé y la doctora me dijo que pronto abrirían la carrera. Siempre he tenido esa inquietud. Dios mediante, entraré a estudiar. ¿Si consigo graduarme? Me quedo trabajando aquí. Le quito el puesto a la doctora Blanca Rosa”, dice Nesmary, pícara, con una sonrisa que vale toda la colaboración de Cuba. (Enrique Milanés León, enviado especial / Tomado de Granma)

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