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martes, 25 de octubre de 2022

Bruno Venerado López: las vicisitudes de cien años de vida

                                                           

SECCIÓN: Por las Calles de Morón ( 51 )
Con 103 años cumplidos el pasado seis de octubre, es prácticamente imposible encontrar a Bruno Venerado López, "el Veny" como le decían, por las calles de Morón.
 
Es por eso que fue preciso visitar su residencia en la calle Avellaneda, para intercambiar con una persona que según sus propias expresiones " tuvo siempre la vocación de ser zapatero y talabartero" y que así, desde ese oficio, llegó a ser un hombre muy conocido y popular en la ciudad.
 
Pero el reencuentro no resultó fácil. Su familia imponían el inconveniente de los 103 años de edad, de que había perdido en cierto grado la memoria, que permanecía encamado y hasta que carecía de visión.
 
Sin embargo, Venerado esperaba el momento de la entrevista. Sus primeras inquietudes fueron confesar que trataría de recordar todas las vicisitudes de sus cien años de vida, por cierto, nada fácil, y comenzó recordando que nació en la zona de La Rosa, donde hoy está la cooperativa, donde vivió hasta que tenía 18 años.
 
Su memoria fue rastreando paso a paso su vida y comenta que luego su familia se trasladó para la finca El Tejar, en la zona de El Barro, municipio Ciro Redondo, donde fue machetero y carretero, labor donde tuvo que trabajar fuerte pues todo era manual, no existían las alzadoras de caña.
 
Pero allí mismo en El Tejar, estableció un pequeño taller, porque dice que desde niño le gustaba la Industria Ligera Allí comenzó a reparar calzado y hacía otros trabajos en suela y cuero .
 
Algún tiempo después ya con el triunfo revolucionario, fortalece su negocio con un taller donde disponía con mejores herramientas, y confecciona fundas para machetes, cintos, y otras variedades. La gente elogiaban aquellas producciones y eso lo obligó a mayor esmero en cada trabajo.
 
Cierto día unos compañeros, entre ellos Hugo Cortijo, lo visitan y le proponen que se traslade para Morón, pues existía el proyecto de abrir una fábrica de calzado en la ciudad.
 
La propuesta incluía la posibilidad de que Venerado donará sus máquinas y herramientas de trabajo para la nueva fábrica. Y así lo hizo, aportó gratuitamente todo lo que poseía de importancia, entre otras cosas, tres máquinas de taller, dos eran de zapatería y una de talabartería.
 
Surgía así la fábrica de Calzados Saturnino Aneiro, en el local donde anteriormente existía una fábrica de ataúdes. Allí trabajé durante 22 años.
 
El Veny llegó a convertirse en un verdadero maestro, de mucha popularidad en su labor como zapatero y talabartero. "Considero que esa popularidad la alcancé por ser consagrado al trabajo, porque nunca el revisador de las producciones me detectó un error en el trabajo" comenta con satisfacción.
 
Venerado, fue alfabetizador por las noches a una familia en la calle Luz Caballero de esta ciudad, , entre otras muchas tareas que cumplía simultáneamente con la de zapatero.
 
Su salud se encuentra lastimada por los años, pero manifiesta que sigue soñando con los momentos que ha vivido.
 
Desde su silla de rueda extiende su mano como expresión de saludo a todas sus muchas amistades.
Extraña no poder andar por las calles de Morón, contemplar la ciudad y reencontrarse con tantas personas que lo conocen.
 

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