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sábado, 12 de noviembre de 2022

Manuel Alejandro Rodríguez: el maquinista del coche motor Bud

                                              
SECCIÓN: Por las Calles de Morón (56)

Quizás su rostro no sea muy conocido, o por lo menos, identificado a su paso Por las Calles de la Ciudad. Y es lógico, pero Manuel Alejandro Rodríguez, fue durante muchos años, el maquinista del coche motor Bud que circulaba con una capacidad de 90 pasajeros a bordo entre la ciudad de Morón y La Habana.
Con él conversamos en su apartamento en el reparto Carrazana, en esta ciudad, sobre su desempeño durante 43 años como maquinista de un medio de transporte que marcó estabilidad, comodidad y rapidez.


"La población utilizaba mucho este coche motor, pero pocos conocieron quién era el maquinista, pues yo permanecía todo el trayecto dentro de la cabina con hermeticidad porque contaba con aire acondicionado", comenta Manolo, como le conocen en el barrio.


Manolo refiere que es oriundo de Nuevitas, donde se vinculó al ferrocarril desde que tenía 15 años, pues mediante cursos aprendió mecánica, fue fogonero y maquinista, y recuerda que laboró en Camagüey como motorista de coche motores Fiat..


Relata también que tenía que cubrir recorridos complejos desde Nuevitas, Camagüey,  Santa Clara-Habana, hasta que decidió trasladarse para Morón, para mejorar las condiciones de vida ante itinerarios tan  agotadores.


Así estabilizó su trabajo, con las salidas Morón-Nuevitas; Morón Santa Clara-Habana., con hasta dos salidas por semana aunque dice "disfrutaba ese trabajo".


Manolo el maquinista, se jubiló a los 60 años de edad, sin tener ningún accidente en la vía, aunque refiere que el ferrocarril tiene sus complejidades.


"Pocos en la ciudad de Morón saben que era yo el maquinista del coche motor Bud. Tengo 90 años, y por lógica mi  rostro ha cambiado, pero sigo siendo el  enamorado del ferrocarril. Todavía sueño con aquellos largos viajes a la capital a toda máquina, de la llegada a los paraderos en el trayecto y del regreso a Morón, agotado, pero feliz" comenta Manuel Alejandro.


Guarda como reliquia de su  trayectoria laboral el uniforme de ferroviario y siente emociones cuando desde su apartamento escucha el pito de los trenes anunciando sus salidas: " me parece que soy yo, sentado en el coche motor Bud, anunciando nuestra partida hacia la capital".



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